viernes, 17 de enero de 2014

Boira III. Nymphomaniac o Cuando todos debaten si es erótica o estética

(Tranquilos: se avisan SPOILERS y hay pocos)

Estrenar el día de Navidad puede tener su cosa. 
Uno rápidamente piensa en Papás Noeles dadivosos, o en familias que tras años separadas se reúnen, o en tablas de mandamientos. Pero si quien estrena es Lars Von Trier, cabe albergar sospechas. De hecho, el resultado es que se acaba mezclando Nochebuena con escenas de explícito contenido erótico. La responsable es la primera parte de Nymphomaniac, la última cinta del director danés en la que se narra la historia de una chica que se autodefine como ninfómana (o adicta al sexo, según es corregida por un grupo de ayuda durante el film).

Se puede decir que gran parte empezó en 1790, de la mano de Kant y su Crítica del juicio. Allí la locución latina "Ars gratia artis" habla del individualismo frente al realismo. Es como el sufragismo del arte. Se aboga por la libertad del artista, por desprenderse de todo lo impuesto, de las instituciones, creando un arte que no se vende en centros comerciales, el que posteriormente se llama "arte incomprendido". 

A esta idea de todo lo alejado de la barriga gaussiana le siguen muy diversas manifestaciones de artistas que luchan y se revuelven contra todo lo establecido. Por ejemplo, la estela de Breton. Y, para el caso que nos ocupa, la que nace allá por marzo de 1995, momento en el que dos directores en ciernes dan a conocer el resultado de sus cavilaciones. Ambos llevaban meses pensando que el cine convencional que llega a las grandes pantallas no les agradaba. Pensaban que era demasiado artificial, planeado, tosco, incluso insultante para la audiencia. Ellos confíaban más en el cine como materialización del teatro en 35 mm. Creían, como dijo el padre de Dorian Gray, que la naturalidad es la más difícil de las poses, y juntos deciden publicar un escrito en el que plasman el que debería ser el decálogo de un cine original y de calidad, alternativo y puro. Y ojo, anónimo.

¿Estoy comparando surrealismo, lucha kantiana y cine Dogma 95? No en contenido sino en formato. Todos querían ser diferentes, incomprendidos y separatistas. Lo que en ciertos foros causa desconfianza y provoca sonrisas de compasión hacia la rebeldía juvenil. Pero el caso es que el dogma, que se paradojea con su nombre al querer huir precisamente de todo lo dogmático, cuaja a su manera y se acaban rodando más de doscientas cincuenta cintas bajo el que se llama voto de castidad del cineasta. Una figura que no debe hacer cameos, sino ser lobo estepario y sensible: la ausencia de focos, el imperativo de rodar en exteriores, el repudio a todo género que encorsete o la imposibilidad de montar música junto con la obligación de que esta suene en el momento de la grabación, son algunas de las premisas. La última azota a todos los egos, porque consiste en que el nombre del director jamás aparecerá en los créditos. Aunque, curiosamente, el manifiesto acabe con las visibles firmas de Von Trier y Vinterberg.

Así, se estrenan muchas. Y con muchas, después, sus autores acaban reconociendo que fueron infieles. SPOILER Como lo son las chicas del Mea vagina en la cinta hasta aquí. Parece, así, que las vanguardias están hechas para ser usadas y después ser abandonadas. Como las cámaras desechables de antes. Romper las normas obligándose a seguir otras sin excepción sabe a contra natura. Y la modernidad del momento, que de seguro será rescatada de manera vintage más adelante, acaba perdiendo fuerza y nombre.

No obstante, todo lo anterior no quiere quitar méritos. Tan solo describir la cronología de un suceso que comparte protagonista con el epicentro responsable de Nymphomaniac que, está claro, no es Dogma. Es una cinta que se parte en dos para el público general y se muestra de cuerpo entero en febrero de 2014, punto en el que he de añadir que sorprenden los tijeretazos de la censura según la nacionalidad de las pantallas grandes (parece que Janet Jackson abrió la veda y pese a las mofas y triquiñuelas de Buñuel y compañía durante el franquismo, hoy en día sigue habiendo eso que en 1984 ya se anunciaba: una censura moralista en la que nadie sabemos quién establece los límites ni si el paternalismo es bueno). 

Ya se han formado demasiadas opiniones sobre su contenido, y seguramente se habrán redactado tesis doctorales sobre la evolución del cineasta o su reciente focalización en lo morboso. Pero llamadme rara: yo podría calificar a la cinta de intimista (y me consta que no soy la única). Y no precisamente por el carácter íntimo de las relaciones que se plasman a lo largo de los ocho capítulos de la autobiografía de Joe, sino por el carácter pretendidamente analista y comparativo de un tema sórdido (SPOILER sirva como ejemplo la comparación entre la pesca y el desarrollo de una ninfomanía tal cual es entendida por la protagonista hasta aquí) que, en el fondo, es bastante universal. La moralidad del sexo: la protagonista se cree y se expresa como malvada. La dualidad: ¿se puede sexo sin amor? Y la emoción subyacente a todo esto: la última frase de esta primera parte, que en mi opinión parece moraleja y me sorprendería que así fuera.

La estética se conserva y se amplía. Von Trier experimenta. SPOILER Un pentagrama, la secuencia de Fibonacci escondida entre sus notas, o las distintas maniobras vectoriales para aparcar un coche, se sobreescriben durante las escenas hasta aquí. Von Trier, por eso, se ayuda de lo que su cine natural Dogma no puede concederle, pero que aporta un efecto visual sugerente. Por otra parte, yo señalaría una, dos, tres escenas. Pero para  no llenar de spoilers, solo diré una. Aquella que a mí especialmente me revolvió estómago. SPOILER Me refiero a esa en la que la cámara se cuela por entre los muslos de Joe para dejarnos ver cómo cae una gota, para luego desenfocarse y ver a través de ellos la figura paterna inerte en la cama de hospital hasta aquí. Una gota que nos evoca a las gotas de los primeros minutos de la cinta, que a su vez me hacen recordar ahora cuando Almodóvar hablaba del tiempo atmosférico como recurso cinematográfico para el sexo.

Por último, una pequeña sorpresa al inicio. No ya solo el algo más de minuto en fundido negro, sino una música posterior que en principio nada nos pega como banda sonora de un hombre que descuelga su chaqueta de una percha. Suena Rammstein. En su fonético alemán.




La segunda parte continuará a finales de enero, cumpliéndose un mes de su estreno. Un pequeño avance se nos muestra durante los créditos. Quedaos sentados si queréis que ese aperitivo desfile por entre los restos de palomitas de vuestros dientes.

Cierro ya con una frase de la peli. Una que me despertó la atención. No escribo spoiler porque la considero universal. Sincera. Cierta.
"Quizá lo que me diferencia de la mayor parte de la gente 
es que siempre le he pedido más a la puesta de sol.
Colores más espectaculares cuando el sol toca el horizonte."

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